Adoración
I. ARGENTINA 1. Denominación genérica que se aplica en el noroeste a los villancicos y a un conjunto variado de danzas, a cargo de niños de siete a doce años, que tienen lugar entre el 24 de diciembre y el 6 de enero, cuya finalidad es tributar adoración al Niño Jesús. Se ejecutan al anochecer frente a los pesebres o nacimientos preparados en casas particulares, plazas e iglesias. En Iruya (Salta), el término en singular designa una de las danzas que, por su simplicidad, permite la participación de todos. Se forman dos hileras de niños y cada par se toma de las manos (derecha con derecha e izquierda con izquierda). Situados frente al pesebre sobre el lado derecho, avanzan conjuntamente. Al llegar al mismo efectúan una leve reverencia, sin soltarse, y retroceden por el lado izquierdo, siempre de frente, hasta llegar al punto de partida. Los avances y retrocesos se repiten cuantas veces lo permita la sucesión de villancicos. El cese de la música sólo se produce por cansancio de los ejecutantes. Cada una de las danzas restantes recibe denominaciones que suelen aludir a su coreografía. Entre éstas se hallan: la cadena, la estrella y la tan difundida danza de las cintas, también llamada el trenzado. Otras son: el monito, el borrachito, el monte y su variante monte con pañuelo, y el huachi torito. Aunque algunas son coro-circulares, la mayoría se basa en la formación de una doble hilera de bailarines que delimitan una calle, dentro y fuera de la cual se desplazan las parejas de igual o distinto sexo, avanzando, retrocediendo sin dar la espalda a su objeto de culto o efectuando molinetes. Los desplazamientos se realizan tomados de la mano o sosteniendo las puntas de cintas o pañuelos, salvo cuando las distancias del accionar momentáneo lo impiden. La música varía según las zonas y los instrumentos utilizados. Puede tratarse de villancicos tradicionales entonados por los propios bailarines, sin instrumentos, en versión vocal-instrumental, o puramente instrumental, o de otras melodías semejantes, también breves y exclusivamente instrumentales. El ritmo es predominantemente binario. Las melodías presentan breves diseños y ámbito reducido. Prevalece el movimiento por grados conjuntos con alternancia de intervalos de 3ª y 4ª, y el modo mayor. Propias de la zona andina, donde la evangelización católica arraigó tempranamente, las adoraciones al Niño se difundieron por el borde occidental chaqueño (provincia de Salta) durante el s. XX y se hicieron extensivas a las celebraciones de vírgenes y santos. Allí “adorar” es bailar frente al santo, expresión que incluye a todo personaje divino objeto de veneración. Su música suele llamarse música del santo. Protagonizadas también por niños, las danzas son colectivas y de doble hilera de bailarines, con música instrumental exclusivamente, ejecutada en violín y bombo. En algunos casos, la línea melódica se aparta de las características antes señaladas y muestra influencias del sistema tritónico imperante en la música vocal de estos grupos criollos.
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