Argentina

INTRODUCCIÓN

La República Argentina limita al norte con Bolivia y Paraguay; al este con Paraguay, Brasil, Uruguay y el océano Atlántico; al sur con Chile, a través del canal de Beagle, y al oeste con Chile, del cual la separa la cordillera de los Andes. Su superficie es de 2.778.415 km2, a la que se añade su porción de la Antártida con 1.230.000 km2. Desde el extremo norte de la provincia de Jujuy hasta el extremo sur de la provincia de Tierra del Fuego, su longitud es de 3.694 km y su anchura máxima alcanza 1.423 km. Tan dilatada extensión –casi seis veces mayor que la de España– implica una gran variedad topográfica y climática, así como regional y cultural. Montañas, sierras, mesetas, lagos, glaciares, ríos, esteros, desiertos, bosques, montes, selva, extensas praderas y el litoral marítimo albergan una abigarrada y abundante flora y fauna. La población, en cambio, es sumamente exigua. Según el censo nacional de 1991, había entonces 32.606.199 habitantes. A diferencia de la mayoría de los países hispanoamericanos, Argentina muestra una tendencia descendente de la tasa bruta de natalidad. Su bajo índice demográfico, aunque algo fluctuante a lo largo de su historia, sumado al desprecio de las capacidades de indígenas y criollos, han sido los motores de una constante y generosa política inmigratoria. Como resultado de ésta, el censo de 1914 dio cuenta de un 30% de extranjeros sobre el total de habitantes. A su población aborigen estable a la llegada de los conquistadores españoles, reducida posteriormente por pestes, guerras y otras resultantes de la conquista, se sumaron los primeros colonos de ese origen y su descendencia e inmigrantes posteriores de los países limítrofes (Chile, Bolivia, Paraguay, Brasil y Uruguay) y europeos de diversas nacionalidades. Entre estos últimos destacan italianos, españoles y franceses, y en número mucho menor, ingleses, suizos, alemanes, polacos, rusos, húngaros y austriacos entre otros. Del resto del mundo, los sirios y armenios tienen cierta importancia numérica. Las etnias indígenas constituyen aproximadamente el 1% del total de la población, cifra resultante de una política de exterminio y marginación de casi cinco siglos, y de algunos factores estructurales antiguos. En lo que respecta a la población negra, que en el presente es ínfima, cabe mencionar que su ingreso se produce a fines del s. XVI, con la llegada a Buenos Aires de contingentes de esclavos. Dos siglos después, negros, mulatos y zambos conforman el 10% del total poblacional; su participación en las guerras por la independencia será el principio de su fin en territorio argentino. Contrariamente a lo que podría hacer suponer el origen de los conquistadores, en 1869 el número de italianos duplicaba al de españoles y franceses, llegando a constituir el 50,7% de la población extranjera hasta 1895. En los quince años siguientes, la afluencia de españoles modificaría notablemente esos porcentajes (españoles: 41,2%; italianos: 35,7%), que luego se equilibrarían entre 1914 y 1947 para volver a revertirse en más de una oportunidad. Esta doble ascendencia europea influirá notablemente en el desarrollo musical de las ciudades principales no sólo en la música académica o culta, sino también en la popular, como es el caso de los italianos respecto al tango.

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