Suite de cinco piezas para piano escrita por Maurice Ravel en 1905. La primera audición se ofreció en la Societé Nationale el 6 de enero de 1906, interpretada por Ricardo Viñes. Contemporáneos de la clásica Sonatina, con la cual forman el contraste más sobrecogedor, los miroirs dan cuenta de las intenciones descriptivas que Ravel más tarde confirmaría. El autor de los Oiseaux tristes (segunda pieza de la colección) precisó que había querido evocar a los pájaros perdidos en el sopor de un bosque muy umbroso en las horas más cálidas del verano. Sin embargo, no es la realidad la que se nos ofrece, sino un reflejo algo deformado de la misma. La libertad de las estructuras y de los ritmos, el «flujo impresionista» de ciertos coloridos, la unidad de una escritura armónica que, según Ravel estimaba, correspondía a «un cambio considerable», cuentan entre las características dominantes de la partitura. Llenas de centelleantes y misteriosos sussurros, las Noctuelles...